mongoloriara hogeitairu (23)

Mongolia 4 Lo de perderse nunca mejor dicho, y si no, que le pregunten a José Ignacio pues entre mapas, GPS, preguntando hasta a las piedras por el camino, mas la lluvia, los ríos, las paradas únicamente para regar un poco más las piedras, (la próstata, ya se sabe) y dos galletas con un trago de agua, coincidió que, ¡qué casualidad!, uno de los puntos del GPS dió de lleno a las cinco de la tarde en el pueblo que pretendíamos, Bayangobi. Podéis imaginaros la satisfacción del africano, máximo ingeniero del aparato llamado Garmin, u Otermin para los amigos, que nos ha llevado a buen puerto. Comentando la intensidad del trafico por las pistas en los días que llevamos, calculamos que nos cruzamos un vehículo a la hora, aunque pueden pasar horas sin ver ninguno, e incluso hasta el día entero. Cuando estás parado en una pista, paran a su vez por si necesitas algo, y nosotros hacemos lo propio. Es la hermandad viajera universal. Las últimas horas antes de llegar al siguiente pueblo, comenzamos a oir un roce entre disco y zapatas,  pensamos que tantos pasos de agua, barro, arena y piedras bien podrían haber metido alguna contra el disco. Por la mañana, después de desayunar, comprobamos los discos a través de las llantas y apreciamos virutas metálicas en el trasero izquierdo. Levantamos el coche, menos mal que no llovía, sacamos la rueda, desmontamos las pastillas y la interior, ya gastada, estaba rozando el disco, y a la otra le quedaban 2 mm..Sacamos los repuestos y las pastillas de reserva y pensamos, chupado!, en media hora a correr. Pero ya, ya, nuestro gozo en un pozo, pues las pastillas eran muy diferentes, no sabemos si delanteras o de otro modelo de Toyota. El caso es que, ¿ qué hacemos?. Si pedimos a Ulaan Baatar, nos quedaremos aquí parados por lo menos cinco días. Dándoles vueltas y más vueltas a las chismas, pensamos que partiendo de una de aquellas del repuesto podíamos fabricar otra buena. Le preguntamos al dueño de la casa donde habíamos dormido,  nos prestó un arco de sierra que no teníamos, pero hojas sí, y un flex, pero no había corriente en el pueblo hasta las 20h. Total, juntar la pastilla vieja contra la buena, agarrar con una sargenta contra un poste de madera y cortando y recortando fuímos dándole forma, comprobar, retocar, encajar, montar y ni nos molestamos en probar, tal era nuestra seguridad. Mecánicos sin fronteras, otra dimensión. José Ignacio alucinaba en colores, máxime cuando vió que la sierra nuestra cortaba perfectamente en curva, dejando la pastilla casi como nueva. Total dos horas y media de trabajo. Pensamos que la otra gastada ya aguantará hasta el final, y si no, ya sabemos la solución. Por si acaso, soltamos la otra rueda trasera y comprobamos que las pastillas estaban nuevas, por lo que dedujimos que habíamos tenido un fallo de revisión antes de salir; ya sabemos que los fallos se pagan. Como no había gasoil por no haber electricidad, con lo que nos quedaba, nos fuímos hasta el siguiente pueblo Bayangling, y en el camino nos desviamos para ver unas piedras grabadas. Como teníamos las coordenadas, llegamos al sitio y preguntamos a una pareja de pastores jóvenes que vivían en un coche UAZ y tenían la cocina en el campo. Nos invitaron a tomar leche y requesón y nos acompañaron para ver los grabados en los que no se apreciaba apenas nada, por haber escrito sobre ellos raspando la piedra. Les dimos algo de ropa y nos fuímos. Al llegar al pueblo, lo primero a la gasolinera, pero no funcionaba por la misma razón que en el pueblo anterior. Total, hacer unas compras y a esperar. Los bancos también cerrados (había dos). A las 18h. pusieron un grupo electrógeno en marcha y fuímos corriendo al banco a cambiar para ir a la gasolinera. En este pueblo ninguno de los dos banco cambiaba dinero, y sólo podíamos comprar 45 litros. Mientras cabilábamos, mirábamos absortos un w.c. en el desierto. La situación era la siguiente: sin gasoil, sin dinero local, no había ruta directa al siguiente pueblo, 130 km. en línea recta atravesando humedales, nos dijo un camionero, pero como había llovido mucho, la pista estaría muy embarrada. Esta no figuraba en ninguno de nuestros mapas, y nuestro recorrido alternativo nos llevaría dos días. En éstas estábamos cuando Juanma vió pasar una furgo con guiris y pensó, ostias, éstos vienen a por gasoil, y se puso al acecho junto al único surtidor diesel del pueblo. Exacto, al rato apareció la furgo y un chico saludo «hola» al ver la matrícula española. Una pareja suiza muy joven, hablando un español decente, con chófer, cocinera y guía-intérprete de alemán. Les preguntó para cambiar dinero, y el guía nos quiso hacer uno muy malo, pero acordamos un precio más normal. Coincidió que iban a hacer el mismo recorrido que nosotros. Les preguntamos si les importaba que les siguiésemos, y que no. Nuestra estrella había dado un giro de 180 grados: lo que hace tener fe en Ala o Buda o etc. Salían en 15 m. e iban a acampar fuera del pueblo. Salimos juntos, paramos, acampamos, charlamos mientras preparaba cada uno su cena, y nos invitaron a cenar con ellos. Nos habían preparado un plato combinado hasta con chuletillas tiesas de carnero. Nosotros llevamos nuestra cena, una hermosa piperrada con seis huevos que repartimos amigablemente, y pan, que ellos no tenían. Rediez, cómo untaban la salsa los mongoles y eso que no acostumbran a comer pan. Hicimos café de cafetera italiana al que se apuntaron todos, y se canceló el concurso de satélites por estar en amigable conversación.  De aquí al gaviotero, a engordar pulgas. Por la mañana desayuno y a las 9h. carretera. Al cabo de una hora o así, se quedaron atrapados en el barro, cincha, el africano a los mandos, tirón y afuera. Nos quedamos pensando en la suerte que habían tenido de encontrarnos, pues con una pala y mucho trabajo, hubiesen tardado horas y horas en salir, y eso con suerte. Pararon para hablar con los de un ger, y dijeron que por delante teníamos humedad y mucho barro. Asamblea: arriesgarse o dos días de pista. Ellos decidieron seguir y nosotros detrás. El señor del ger, grande, fuerte, sin camiseta, pantalón corto, moreno, pies descalzos y hasta el tobillo de barro,  agachado y  mirando un mapa en el suelo, era todo un poema, satírico, lírico y épico-cómico, todo a la vez. Dos horas más tarde, cruzando un río de barro, hundidos de nuevo hasta casi el suelo del coche. Nosotros paramos, marcha atrás y a buscar otra zona para cruzar, nada, no había. Marchas cortas carrerilla y …..al barro. Medio rodando, medio deslizando, medio flotando y hasta de costadillo llegamos al otro lado (está filmado). No nos podíamos acercar a ellos, suelo muy malo y la eslinga no llegaba. Sacamos nuestras planchas de arena, y añadimos nuestra pala a la suya para desenfangar un poco. Piedras en las ruedas traseras y las planchas en las delanteras y todos los tíos a empujar. Como iba cargada a tope pesaba un huevo, pero la sacamos en la primera intentona. Volvimos a estar de acuerdo en la suerte que habían tenido al tropezarse con nosotros, pues la nuestra de encontrarles a ellos ya estaba caducada. De ésta no hubieran podido salir sin ayuda, y no nos cruzamos con nadie en todo el día. Los suizos no se lo podían creer. Estaban encantados con la aventura, después de salir, claro. Sin más novedades reseñables, avistamos las dunas del desierto de Gobi a las 16h.. Tardaríamos otra hora más en llegar, y sin tráfico. 

~ por juanmaindo en septiembre 13, 2010.

5 respuestas to “mongoloriara hogeitairu (23)”

  1. Pedro, soy Blanca, de Segovia.
    Me ha mandado el enlace Beatriz y así he sabido de vuestra aventura. ¡ que maravilla! Disfrutad a tope. Un abrazo muy fuerte.

  2. BUENO, ESTOY EMOCIONADA AL LEER VUESTRO RELATO Y VUESTRAS PERIPECIAS, OS MERECEIS ACABAR ESTE VIAJE DE LA MEJOR FORMA Y SI VENDEIS EL COCHE DAROS UNA ALEGRIA EN SU HONOR. LO DIGO DE VERDAD Y PEDRO ME CONOCE BIEN QUE ESTOY CON LOS PELOS COMO ESCARPIAS. BUENA SUERTE HASTA EL FIN DEL VIAJE. ADEUUUUUUUUUUUUUUU

  3. Chicos, Macquiver (o como se escriba) un «parvulillo» al lado vuestro. Menuda obra de ingeniería lo de las pastillas de los frenos. No esperaba menos de tí Perico ( a los demás no tengo el gusto de conoceros) pero está claro que entre los tres formáis un equipo estupendo. Seguid disfrutando y amenizándonos con vuestra magnífica aventura. Besos.

  4. Lo estáis pasando muy bien.

  5. Os veo un poco «cabroncetes», patadita al gato… el pobre pastor que todavía estará buscando la oveja… ¿estará pululando por ahí el malvado espíritu de «Gengis» y se está apoderando de vosotros? … besos Ampa

Replica a Blanca Jimenez Cancelar la respuesta